lunes, 2 de julio de 2007

Tiempo y Alma

Hay veces me qustaría saber qué hace el tiempo con nosotros. De qué manera las cosas que nos pasan en la vida, las buenas, las malas, las increíbles, las rutinarias, las injustas, las imposibles, las catastróficas, las estúpidas, las inolvidables, van armando nuestro bagaje y forman parte de nuestro cambalache.

El tiempo cada tanto te borronea el guión. Las condiciones iniciales ya no son las mismas y hay que recapitular. El sistema reclama evolución y el reumatismo de la crisis, cala hasta el hueso. Así valores, cualidades, significados, creencias se desdibujan y transforman para aggiornarse en el cambalache.

El tiempo, cuando estás hundido, puede mostrarte caminos rodeados de cambios, algunos optimistamente tentadores y otros, decididamente traumáticos. A veces, el alma desnuda, da gritos ahogados que te hacen pensar en cosas que no pensabas y que ni pensabas que ibas a pensar.

A veces el tiempo te muestra sus facetas bizarras, enfrentándote a la realidad de absurdos contrarios: esclavo - rey; todo - nada; odio - amor; hambre - saciedad; desición - consecuencia... Y ver que no hay nada, nada, nada que puedas hacer para intervenir y modificar algo, te hace dar una vuelta por el pozo de la desesperación bastante seguido..

Ojalá el tiempo fuera un juego, donde un poco de oportuna histeria, hábilmente acomodara las cosas. Pero no. Nada de esto es un juego y con esto no se juega. Acá sos el gladiador y el león a la vez. Acá no se te pregunta nada. Acá vas a la arena, sólo esgrimiendo tu corazón.

A veces vemos pasar nuestro destino por la ventana, lléndose lejos e irremediablemente y llevándose desgarradoramente consigo la simetría y el equilibrio. Y no existe intención ni voluntad, que lo retenga.

A veces el tiempo te engaña, y te muestra cosas que no se deben ver y te obliga a creer que la solución te espera sólo allá en las estrellas.

A veces el tiempo te enseña que la vida te obliga a tirar tu alma por la borda hacia el infinito, con un resignado y respetuoso beso, buscando solamente encontrar la salida a la tristeza.

Sin pretender ni esperar nada, sólo salir.