Hace unos días vimos la película argentina
XXY filmada en Piriápolis - Uruguay, donde el eje central se basa en los avatares del/la joven protagonista pseudohermafrodita, el/la que es intersexual.
A raíz de verla, me puse a pensar que hay veces que algunas mujeres más allá de ser "féminas", de encontrar encantador a Brad Pitt o a Johnny Depp, que nos angustiemos, de que seamos imprevisibles, que tengamos un sexto sentido (o mejor dicho que seamos brujas), nos apartamos del arquetipo femenino del que creemos tener que pertenecer (o por lo menos en nuestra naif infancia).
Yo siempre me consideré como bicho raro, frente al común de mis delicadas y gráciles semejantes doncellas. No porque fuera una machona, o poco femenina o tuviera gusto por ejemplares de mi mismo sexo (lo que sería muy lícito), sino que desde muy chica y a diferencia del promedio de mis congéneres, yo estaba por lo general lejos de tener intereses similares a ellas. Eso de jugar a las madres, de ser una Susanita, o de estar toda arregladita, nunca fué lo mío. Es más, jugaba al handbol, me trepaba a los árboles, andaba en bicicleta todo el día disfrutando de mis andanzas, lejos de los jueguitos de té.
También me gustó desde que tengo memoria andar en auto, pero manejando yo desde que pude, OFF COURSE. Y pese a la cara de total displicencia de casi todas mis conocidas, me aprendí con pasión, las marcas y modelos de todos los autos y camionetas que había en plaza. Una mujer absolutamente incomprendida entre las de su género.
Aquello de estar loca por ponerse vestiditos de flores y punto smock, no era lo mío. Mi madre era la encargada de surtirle a mi ropero esa vestimenta, las sandalias blancas y los brochecitos para las ocasiones especiales. Para el común de los días, el pantalón rotoso, los pelos atados a la "cualquier cosa" y el buzo que se manchaba a los pocos minutos de que fuera puesto, era mi look diario.
A diferencia mía, mi hermana era la prolijita. La que jugaba con muñecas, la que les hacía ropita y andaba para arriba y para abajo con ellas. Yo ni loca. Prefería dibujar.
A la hora de los bifes, era yo la que la defendía (más allá de que es dos años menor). Me agarraba a las piñas o de las mechas con cualquiera, en caso de tener que defender el honor familiar. Claro, a partir de los 9 años, la estupidez me permitió darme cuenta que las peleas físicas las llevaba mejor con las niñas, ya que con varones había que apelar a otras maneras de arreglar las cosas, si no quería salir con un ojo negro y con tu orgullo pisoteado. Pero jamás de los jamases apelar al marraneo llorando. Ya a los 11, colgué los guantes y me traté de instruir en el arte de la diplomacia. Calentona sí, pero boluda no.
Mis amigas estaban pendientes de su estética. Yo no. Que la ropa, el pelo, la bijou, los zapatos: ARRGGHHHHH!!! La verdad que hasta el día de hoy, si tengo que pensar qué me pongo, cómo me pinto y cómo me peino por más de 5 minutos al día, me da un ataque. Eso de andarme comprando cremas anti-age, exfoliantes, anticelulíticas, andarse mirando en el espejo todo el tiempo, planificando el vestuario, o yendo a la peluquería, me mata. No sirvo, soy un desastre.
Como jamás entendí eso de tentar al sexo opuesto (en mi caso) con la imagen. Puede ser que te sirva en las primeras etapas, pero llega un momento que es más práctico apelar a la sensualidad que nos da el cerebro, a conocer las igualdades y las diferencias, al descaro, a la desfachatez, a lo divertido, a lo genuino de uno, a las miradas y lo que dicen, a conocer al otro y dejarse conocer, que andar a lo Barbie en la vida.
Me fastidia la coquetería. Por lo general, mis compinches me abastecían de los implementos para el maquillaje, a la hora de salir a algún lado. Hoy es mi suegra la genia que me presta la ropa y los afeites para ir a los casamientos y cumpleaños. Mi vieja cada tanto me regala caravanas o perfumes, para que tenga. Me conoce.
Me consta que las mujeres son más verborrágicas, que los hombres. Yo no, y eso que no me considero una persona de poco hablar. Hablar por hablar, me hace doler la cabeza.
Después de tantos años de andar lidiando conmigo, lo que me ha quedado claro, es que como ejemplo de estereotipo clásico de mujer, soy un desastre. O las erradas son las demás mujeres, y la fenómena soy yo.
:)
Dejo un video, de un temazo que me gusta mucho...
Angel Of The Morning de
Juice Newton... Ahhhhhhhhh!!!
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