Pequeño Demonio

Nunca fui muy afecta a los niños. Lo admito. Sólo me gustan los míos, mis sobrinos y los hijos de mis amigos, nada más. No me vengan con quedarme en un lugar donde coexistamos con niños, porque me da un soponcio.
Sé que si me pongo en el papel de bruja chistosa, al toque me los gano, pero odio ponerme en ese papel, porque no soporto a los niños. Bué, ya lo dije.

Este introito viene a darle contexto a lo que viví hoy. Ayer me traje del laburo la Caras y Caretas para pegarle una ojeada en el ómnibus y darle un descansito al mp3. Ayer leí un par de artículos, y en la venida a trabajar decidí leer el resto.

Todo muy lindo.

Por allá se sube una engendrita con su madre. Unos 9 años, con pinta de nena malcriada. Pelo largo con cerquillito y mirada sobradora. Odiosa por donde se la mire. Arrancamos mal porque la mano venía de hablar a los gritos con la madre, cosa que aborrezco en extremo. La miré con mi típica cara de soreta, sólo para demostrar que no la soportaba. Pequeñeces deliciosas de mi carácter. Por suerte pasan para el fondo aunque sigo escuchando esa vocesita afectada y patotera.

Caramba. Opalalá, cagué. Se levanta mi compañero de asiento y la madre de la pequeña salvaje en un ardid chorro arroja una bolsa del Geant para colonizar el asiento libre desde varios asientos para atrás, y así ganarle la cuereada a dos viejas que tenían más derecho. Y no sólo eso sino que al grito de: - Macarenaaaaa, venía y sentate en mi faldaaaaaa!!! – Así tuve que soportar que madre ventajera, bolsas bichicomes y una regordeta prepotente se me sentaran al lado.

Revoleo de pelos permanente. Uñitas pintadas de varios colores.

No importa, me dije, con mi típica relajación Zen, concentrate leyendo éste excelente artículo de la muerte de Eluana Englaro.

Asunto casi quimérico mientras una insufrible salvaje te mira fijo.

Dale de vuelta. “En 1992, Eluana Englaro, entonces de 20 años,…”

- ¿Querés comer una cremita cuando lleguemos? – preguntó la madre con su ya vulgar abuso de decibeles.
- Mamá, ¿pero podés dejarte de joder un poquito? – le contestó el monstruito.

Arrgghhhhhhh!!!! "En 1992, Eluana Englaro, entonces de 20 años,…”

- Te dije que no me agarres acá (soltándole las manos a la mujer que la tenía en la falda y no tenía otro lugar donde ponerlas). Me tenés podrida mamá!!!

Las bajo a patadas en el orto a las dos!!!! “En 1992, Eluana Englaro, entonces de 20 años,…”

- Vamos a ir con papi a buscarte un ratito antes, ¿sabés amor?
- ¿Y vos porqué tenés que venir? No. Mejor vos no vengas.

“En 1992, Eluana Engl…” Imposible.

Ésta y otras muestras de la más dominante, consentida y berrinchuda insoportabilidad, hicieron que guardara la revista y volviera al mp3 sumida en un malhumor en 15 escala Richter, buscando las canciones más estridentes, así por lo menos no las escuchaba más.

Pequeño y maldito demonio, y mas aún: madre tarambana e idiota.