Represalias Brujas

Hoy sin querer cometí una maldad. O sea, no es que haya hecho nada, sino que deseé algo que tomó proporciones tsunámicas. Y claro, uno no puede ir pensando maldades a troche y moche sin que se vuelvan de alguna manera en nuestra contra. Lógica brujeril.

La cosa fue así.

Situación: lunes, a eso de las 9 de la mañana, día de veintipico de grados y un sol radiante, ómnibus lleno de gente yendo para Montevideo .

Me subo. Quedaba un solo asiento contra la ventanilla (en estos días de calor son asunto de vida o muerte). Lamentablemente el señor que estaba sentado adelante, tenía todo el asiento reclinado hacia atrás, lo que es horrible para quién tiene piernas largas, porque no sabe dónde miércoles ponerlas.

Me acomodé como pude, pero ya estaba chupada. Intenté calmarme: "tengamos un día zen" - me dije. Pero la verdad es que muy adentro mío se empezaba a gestar el deseo del mal. Cada vez que mis rodillas se clavaban con los frenazos. No lo podía evitar.

No se limitó a joderme con el respaldo, sino que siguió desafiando a mi humor . El señor en cuestión empezó a correr la cortinita hacia atrás de manera muy molesta. Mi deseo de venganza ya tenía proporciones incontrolables. Ansiaba que el sol le quemara la pelada (que le estaba dando de lleno), entre otras represalias que le deseaba con todo el corazón.

Y así, mi revancha llegó disfrazada de acompañante de asiento para el señor este: una señora gordota con un nenito en brazos. Sonreí para mis adentros. Que alguien muy subido de peso se siente al lado es bastante incómodo, y si lleva un niño (donde son todos inquietos por regla general), el viaje se hará desagradable casi garantidamente. 

Sonreí para adentro. Mi desquite era perfecto. Durante muchos kilómetros miré con satisfacción maléfica como el nenito era irritablemente alzado, cambiado de posición, jugado al hico hico muchas veces. Mi deseo de desagravio fue perfecto, hasta que se me fue la mano.

Así, a unos cuantos kilómetros de llegar a Montevideo, desafiando toda previsibilidad, el nenito molestón vomitó toda la leche que había tomado en los pantalones del señor. 

...

Está demás decir que fueron muchos kilómetros repulsivos, con una sensación nauseabunda que insistía con golpearme el estómago. Ni con todas las ventanas podíamos matar el tufo, y sacarnos el asco. 

Hasta varias horas después de llegar a trabajar, me quedó pegado en el olfato ese olor. 

Moraleja bruja: "Ojo con lo que le deseas a tu prójimo, porque además de que se te puede ir la mano, puede volverse en tu contra".

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Dejo un videito con una canción que conocí hace poco y me encantó. Es de la banda sonora de la película Sex & The City:  "I´ts  Amazing" de Jem.